Posición fetal en la calle
Germán era testarudo, insistía con levantarse todos los días.
Un día fue a parar a un antro de hipnosis, le comieron una pequeña fortuna con ahínco.
En su limbo iba rogándole a todos que le quiten su dinero, pero pocos le hacían caso, ya consideraba una causa perdida su éxito en la banquina.
Tenía la fantasía de ser distinto, entonces se le había ocurrido no contestar más los mensajes privados, clavaba el visto y se sentía Dostoevsky, pero no todo era jolgorio.
Los algoritmos de su vida lo habían mandado de cabeza a acostarse en posición fetal, en la plaza del pueblo donde vivía.
La gente pasaba y lo miraba, él no acusaba recibo, simplemente soñaba con su pasado lactante.
Fue tal el empeño que tuvo en lograr volver el tiempo atrás, que un día agarró a un señor que pasaba por ahí y le hizo un capricho.
El señor no pudo con sus 1000 años de caprichos propios y le propinó un improperio.
Entonces ahí fue cuando Germán se dio cuenta que la aguas bajaban turbias.
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