Miren esos hombres vestidos de Caperusita!
La cosa no iba bien, se acorralaba un escalón.
Todos pensaban que no venía la marea, que al final vino, pero no vino como pensaron.
J. Edgar Hoover había advertido de la cuestión febril, nadie le hizo caso, todos se le cagaron de risa en la jeta.
Fueron tiempos de mucho chinerío, de muchos impuestos.
Se acabó la joda.
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