Suárez

Suárez vivía una crisis permanente, tapado de balurdos, siempre andaba arrastrando los pies.

Los famosos "dividendos" que esparaba nunca llegaban, le habían prometido

una parte del paquete accionario de la empresa donde trabajaba, o quizás era solamente una fantasía.

No se sentía originario de esos lares, había nacido en Valencia, Colombia.

Cansado de los mosquitos miserables que habitaban su tierra natal, de las pocas oportunidades para llevar adelante sus sueños, y de un dolor de espalda insoportable que los valencianos no querían curar.........Suárez emigró hacia la ciudad de Buenos Aires.

Solía caminar solo y cabizbajo por la ciudad, de noche, se sentía disociado.

Cuestionaba todo, su realidad vs la relatada, lo que él pensaba de su cuerpo vs las opiniones que guardaba en su memoria de aquellos médicos amarretes.

Había algo algo más que curioso, y es que si bien a él le costaba llegar a una conclusión, sentía inequívoca la mala leche de antaño, propinada por neurólogos y reumatólogos.

Quienes lo conocían bien podían describir con exactitud su ambulofobia, su adicción a la derrota.

Estaban los que se burlaban de Suárez, y los que querían ayudarlo, los que lo ignoraban, y los que lo detestaban.

Cada vez que salía el tema en una reunión terminaba en una trifulca, difícil de dirimir.

El tipo biologizaba sus traumas, era algo que irritaba a los menos tolerantes, pero aun con todo a cuestas, Suárez insistía con su agonía.

Hacía poco había hecho un monólogo con un extraño, viajando de vuelta a su casa.

- "Veo la vida pasar, como en forma horizontal, como en un cine de esos con 4 pantallas, como en una eterna foto de 180 grados"

Aquél extraño lo escuchaba arriba del 12, camino a Congreso, en silencio (por respeto) contemplaba la claustrofobia detrás de los ojos de Suárez.

- "Antes de nacer, uno es energía, que a veces en un momento de histeria insoportable se hace tan fuerte, que termina encarnado en algo. Como cuando un estrés repentino despierta una mioclonía en un párpado"

Cada vez que terminaba un concepto se le trababa la lengua, tenía la necesidad de compartir su vasto conocimiento sobre cosas que nadie reclama.

Entre tanto tembladeral, y cansado de escucharlo, el extraño lo miró fijo y le revoleó un rosario de puteadas.

Suárez quedó mudo, acongojado, como cuando los amigos lo desfiguraban.

Ahora no solo sentía el daño auto inflingido, sino que se admitía culpable de haberle jodido la tarde a un jubilado, se puso a mirar por la ventana hacia la calle Riobamba, y después de 10 minutos se intentó excusar :

- "Siempre fui medio equilibrista con el dinero. Sabe? Cuando pensaba que estaba por perderlo todo, hacía un cambio de timón y mi realidad se volvía nuevamente normal. Ocurre que cada vez que estuve por ganarme el cielo, me cayó un rayo en la cabeza.....de ahí que mi ciclotimia le moleste buen hombre. Usted no se preocupe, al llegar a mi casa volveré a nacer"

Al bajar del bondi vio una publicidad que le hizo recordar a su reciente fallecida madre, siempre había sido medio padre de su propia madre, quizás por eso en su pantano familiar él hacía medio de amigo o cómplice de su hija, era una tradición familiar.

Finalmente logró abrir la puerta de su departamento, se topó con esa pared rota del baño que tanto le dolía, la habían abierto para arreglarle una caries a un caño.

Se recostó en su cama, estirando las piernas para aliviar las contracturas, pero solamente se le iban cuando se tiraba debajo de un tren.

- "El subte te hace los mejores masajes" decía siempre en joda, intentaba disimular una risa que hacía desde chiquito porque cada vez que mostraba los dientes se veían los caños de su baño y le daba verguenza"

Esa noche llegó a la conclusión de que su cuerpo le quedaba chico, de que ya no lo podía manejar, porque ahí dentro habitaban tantas personalidades, que ya era un puterío total.

Alguien tenía que poner orden, porque los múltiples estados de ánimo estaban arruinando su economía, su seguridad, sus relaciones internacionales y su salud.

"Alguien tiene que hacer algo" pensaba, algún acto de sedición por parte de alguno de los tantos Suárez algo que conspire contra el clamor popular de descajetar el status quo.

Aparte, no quería molestar más a su mujer, que ya se sentía la madre del inútil.

 Ya no habían milagros económicos en sus piruetas.

La empresa lo había defaulteado, Suárez mantenía los caprichos de sus jefes.

Él quería desprenderse de ese cuerpo desesperadamente, salir de él.

En un diario que escribía en un blog había comentado algo que siempre había pensado sobre el origen.

Aparte de su teoría insoportable sobre la "energía y el momento de histeria" que le había aullado al pobre viejo en el 12, él sostenía que uno llega a este mundo cuando lo dejan.

Como si se tratara de una fiesta de la adolescencia temprana, a la cual los padres otorgan el tan valioso "permiso" para asistir, para después pasar a por la recogida, una vez caída la madrugada. Suárez relacionaba el espacio temporal entre la llegada a la fiesta y la partida, con el nacimiento y la muerte.

Sintió un llamado a su puerta, eran sus padres, que lo habían venido a buscar.

Agarró un anhelo y lo quemó en el microondas.


 


 

 

 

 

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