Un tipo incómdo.

 Quería vivir en un lugar lejano.

Probó 430 distintos.

Con frío, con calor, al norte y al sur.

Siempre tenía un destino en mente.

Pero esta se fue cansando, a su vez se cansó su cuerpo, todo se cansó.

Extrañaba un frazada que su papá le daba, él la acariciaba hasta quedarse dormido.

Ya sin padre, sin madre, sin amigos, ni ciudad.

Decidió tapar su angustia con visitas nocturnas a unos extraños vestidos de blanco.

Le dieron una, dos, tres mil cajas raras.

Todas buscaban ayudarlo a encontrar ese lugar ideal, pero el lugar no llegaba.

El idilio ya no tenía ubicación geográfica, era temporal, su mala dinámica para manejar los tiempos hacía que se confundieran el pasado y el futuro con un cambio de domicilio.

En cuclillas se vestía, comía, hacía la cama.

Solía salir a dar vueltas cargado de cosas, encorvado.

Por sobre todo muy incómodo, rezando un papiro de negatividades que lo mantenían en pie.

Algo que lo jodía mucho era la antena parabólica que le había atornillado en la cabeza un ex vecino de Buenos Aires, con esa sintonizaba cada día más información.

Útil por momentos, o inútil del todo.

Entre risas y otras cosas, de tanto joder encontró un agujero cuadrado en su espalda, lo sacó a pasear por todas partes.

No cumplía función alguna, solía guardar monedas, o caramelos de menta ahí dentro...nada del otro mundo.

Una ucraniana le sugirió que duerma, que en alguna pesadilla iba a encontrar algo que encaje justo en ese agujero tan raro.

Así fue que se quedó dormido y soñando con su némesis visualizó un cuadrado de madera, que en su inconsciente tenía la forma de un recuerdo borroso.

Lo agarró y tomó 2 pastillas para despertarse, al abrir los ojos lo encajó casi de manera fálica en el hueco que la espalda estrenaba.

Una y otra vez, todo lo mismo.

Sin darse cuenta que ya no vivía, seguía con su rutina como si nada.

Alguno miraba y le deseaba que su realidad se vaya desvaneciendo, cosa que el desvanecimiento le revele que todo era ilusorio, hasta la frazada de su papá.

Se percepción de los desenlaces se agudizó, pero contra todo pronóstico, solo pudo encontrar la paz en la memoria.



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