Julián (o Rubén) y la trascendencia.

 Julián (o Rubén) salió disparado de su casa esa tarde, fue corriendo hasta un supermercado que quedaba en Once, estaba desesperado por convertir en consumo algunas angustias que le aquejaban.

Había llegado a la conclusión que nada en este plano es importante, excepto los afectos, los seres queridos (y los no tan queridos también)

Rubén (o Julián) se había enterrado sin querer un tramontina en el corazón, ya le había pasado en otras ocaciones, era despistado y entonces a veces confundía un churrasco con su válvula mitral.

Al llegar al supermercado se lanzó de lleno al freezer de comida congelada, abrió y la puerta se recostó sobre varios paquetes de distinto colores de tipo fluorescente.

El repetía muchas veces que solo lo mantenía en pie la trascendencia.

La iluminación ya era toda una meta.

Hablaba mucho, y cada 10 minutos paraba y rebobinaba todo lo dicho, intentando recordar cada verbo que había usado para hacerle un cateterismo, era desesperante mantener una charla con Julián (o Rubén), anotaba frenéticamente sus errores al trastabillar con las palabras.

Se sentía encriptado, enfrascado, cerrado al vacío por el creador.

El repetía todo el tiempo que "Dios era fascista", muchos lo contradecían y le recordaban su anhelo de trascender.

El mero hecho de estar vivo le generaba claustrofobia, no existía espacio que fuera lo suficientemente espacioso como para que se olvide de que estaba apresado en ese cuerpo.

Si tenía una revelación, la tenía que agarrar fuerte porque se le volaba.

Vivía en una selva psíquica, toda la creación misma le parecía mediocre (medio ocre)

Las formas de las cosas eran repetitivas para él.

Le había practicado 8 electromiografías a las gomas de su auto, y aún así, sospechaba cosas complejas.

Pero dentro de aquél freezer se sentía distinto, se ponía a hacer vueltas carnero, la gente lo miraba y festejaba.

En una ráfaga de tiros que de la nada llovió, producto del recuerdo de un tipo que pasaba por ahí, Rubén (o Julián) fue despedido.

Expulsado del plano por desagradecido, vio caer el telón.

 Pero a su vez, se le concedió la libertad.

Apenas se confirmó la noticia de su partida cerraron el supermercado, invitaron a todos los vecinos a despedirlo.

Lo dejaron adentro del freezer, le cambiaron los vidrios para que no se descongele, y ahí nomás trascendió como quería, como Walt Disney, o Racing en el 2022.

Lo embalsamaron como a Lenin, para visitarlo hay que cremarse antes.

El envase quedó con algunos agujeros, pero Julián (o Rubén) finalmente se pudo escapar.




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