Daniel y el albino

 Daniel vivía en Parque Patricios, respetaba sus rituales a rajatabla, todas las mañanas.

Se iba a dormir a las 10, recién salido el sol.

Antes se daba un balazo en la nuca y patinaba los muebles de Enrique V en Inglaterra.

Los objetos de su casa sufrían de ataxia, uno por uno, todos se papeaban de lo lindo.

El asunto era que la mesa de su cocina vivía con una hipomanía que la tenía a mal traer.

Comía sano, pero los alimentos que ingería pasaban de la euforia y la exaltación a la más profunda tristeza.

No le quedaba bien en claro cómo continuar, entonces tomó una drástica decisión.

Guardó sus inseguridades en un cajón de la habitación de su hermano.

Una tarde ese cajón fue abierto por una tormenta adentro la casa, se volaba todo.

Las inseguridades de Daniel se fueron por la ventana, con tanta mala suerte que fueron a parar a la mirada de una señora mayor, que sin querer hizo contacto de ojos con un albino.

Ahí nació un mito.

Daniel, el terrible.



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